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El reggae en Belice: identidad, resistencia y memoria postcolonial

Redacción: Fer Valdep 

El reggae en Belice: identidad, resistencia y memoria postcolonial

El reggae ha sido una banda sonora silenciosa pero poderosa en Belice, acompañando procesos de identidad, resistencia y afirmación cultural desde los años de descolonización hasta hoy. 

 Belice, otrora conocida como la Honduras Británica, logró su independencia del Reino Unido el 21 de septiembre de 1981, aunque mantuvo vínculos institucionales como miembro de la Commonwealth. El proceso hacia la soberanía incluyó hitos como el sufragio universal en 1954 y la obtención de autogobierno interno en 1964, bajo la dirección de líderes como George Price. 

 

En este contexto político e histórico, la música ha desempeñado un rol esencial para moldear identidades, expresar aspiraciones y denunciar desigualdades. El reggae, género originado en Jamaica con un fuerte contenido social y mensajes de liberación, resistencia y justicia, resonó profundamente en Belice. Encontró eco especialmente en comunidades afrodescendientes como los criollos y los garífunas, así como entre la juventud urbana. 

 

 

El reggae como vehículo de identidad cultural y protesta 

Artistas beliceños han adoptado el reggae para abordar temas cruciales como la desigualdad, el neocolonialismo, los reclamos territoriales y la preservación cultural de los pueblos indígenas y afrodescendientes. 

 

Un caso representativo es el de Andy Palacio. Nacido en una comunidad garífuna, Palacio combinó su activismo cultural con la música. Su célebre álbum Wátina (2007) no solo fusiona ritmos garífunas tradicionales con el reggae, sino que reivindica la lengua, la cultura y la historia de ese pueblo tanto en el espacio nacional como global. 

 

Otro ejemplo clave es el de Gerald "Lord" Rhaburn, cuyo trabajo musical —que mezcla reggae, calipso, brukdown y soca— no solo entretiene, sino que cuestiona y comenta sobre temas sociales, políticos y de identidad. Sus canciones son frecuentemente parte del discurso cultural en festivales, carnavales y actos patrióticos, logrando una resonancia que va más allá del ritmo para generar una reflexión colectiva. 

 

 

La memoria política tras la independencia 

Cuando Belice se independizó en 1981, muchas de las tensiones coloniales —como la disputa territorial con Guatemala, el legado británico, la distribución desigual de recursos y el reconocimiento de las comunidades— se mantuvieron como temas centrales. En este escenario, el reggae ofreció (y sigue ofreciendo) una plataforma para que la población expresara sus demandas, construyera memoria y afirmara una identidad nacional no subordinada al pasado colonial. 

 

Al mismo tiempo, el reggae y sus subgéneros relacionados, como el dancehall, se han fusionado con estilos locales como el punta rock, la música garífuna tradicional y el brukdown. Esta mezcla ha generado sonidos híbridos que reflejan el Belice moderno: diverso, plural y con sentidos de pertenencia múltiples. 

 

Hoy, el reggae es más que música para conciertos o fiestas. Sirve como una plataforma vital para jóvenes, activistas y artistas que utilizan el micrófono para denunciar pobreza, corrupción o desigualdad, promover la justicia social y cultural, y alentar el orgullo nacional. Además, eventos culturales, presentaciones en espacios públicos y exposiciones refuerzan la conexión ineludible entre la música, la historia y la política en Belice. 

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