Una industria en auge en EE.UU. y una oportunidad que México aún no aprovecha
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Redacción: Amairany Ramírez

La industria del cannabis en Estados Unidos atraviesa un momento decisivo en 2025. Lejos de la sombra del estigma que durante décadas rodeó su consumo, esta planta se ha convertido en una de las piezas clave de la economía estadounidense. De acuerdo con el MJBiz Factbook, este año el sector cannábico generará un impacto económico total de 123,600 millones de dólares, una cifra que incluye no solo ventas directas por más de 35 mil millones, sino también un robusto efecto en cadena que involucra empleos, servicios indirectos e inversiones en infraestructura.
Este crecimiento, que representa un aumento del 9% con respecto al año anterior, está fuertemente impulsado por la apertura de nuevos mercados estatales como Nueva York y Ohio, donde la legalización no solo ha fomentado el consumo responsable, sino que también ha transformado por completo la manera en que la sociedad percibe el cannabis.
Mientras Estados Unidos consolida su liderazgo global en la industria cannábica, México sigue atrapado en la ambigüedad. A pesar de que en 2021 la Suprema Corte declaró inconstitucional la prohibición del uso adulto del cannabis, el país aún no cuenta con una ley clara que permita el desarrollo de un mercado regulado. La falta de voluntad política y los vacíos legales han frenado un proceso que podría traer importantes beneficios económicos y sociales.
Lo que está ocurriendo en estados como California y Nueva York ofrece una hoja de ruta. Allí, los mercados legales están reduciendo el tamaño de las economías informales, disminuyendo la criminalización por posesión, e impulsando sectores paralelos como el turismo, la investigación científica y la agricultura sostenible. Además, la regulación ha servido para recaudar impuestos que hoy se reinvierten en educación, salud y programas comunitarios.
Más allá del dinero, regular el cannabis también significa proteger a las personas usuarias, garantizar calidad y seguridad en los productos, y abrir la puerta a investigaciones médicas que pueden revolucionar tratamientos para enfermedades como el dolor crónico, la ansiedad o la epilepsia. La pregunta no es si se debe legalizar el cannabis. La pregunta es: ¿cuánto más va a esperar México para hacerlo?