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Todo cambio es evolución, pero mejor que sea consciente


Por Fernando Silva


Desde hace décadas se habla del cambio climático y todos los días surgen alarmantes noticias sobre el enorme desafío. Es un asunto en el que hay que insistir y actuar con presteza en favor de los ecosistemas, particularmente, de nuestra especie, y es que manifiestamente es asequible reducir el calentamiento global, lo que supondría una gran diferencia tal como lo puso en conocimiento el panel intergubernamental de expertos de Naciones Unidas sobre el cambio climático. Pero transformar o adecuar en lo inmediato la infraestructura de las grandes industrias de los automóviles, del transporte, aviación y de navegación, además de todas aquellas que dependen de la explotación del petróleo; así como detener el insensato desarrollo de armas de destrucción masiva (nucleares, biológicas y químicas); la expoliación de recursos naturales para la producción de cárnicos, la agroindustria, la sobrepesca y la pesca incidental; el brutal uso de plaguicidas y productos fumigantes, el manejo inmoderado del plástico y todas sus derivaciones, la basura y los desperdicios tóxicos… es algo más que complicado, lo que permite pensar que la lucha internacional contra las emisiones globales de todo tipo de contaminantes no podrá reducirse para el 2030, fecha límite de la humanidad para evitar una atemorizante catástrofe mundial.




De acuerdo con los científicos, desde la revolución industrial se han venido observando importantes y hasta graves alteraciones al clima en la Tierra. Las proyecciones indican que en los próximos años, los cambios climáticos aumentarán en todas las regiones, lo que elevará el nivel del mar, se producirá un aumento de las ondas de calor, se alargarán las estaciones secas y se acortarán las estaciones frías; al tiempo que con un calentamiento global de 2 grados Celsius, los episodios de calor extremo alcanzarían con mayor frecuencia umbrales críticos en contundente infortunio de todo ser viviente. En ese entendido, el equipo internacional de investigadores del clima subrayaron en la revista Asuntos de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS, por sus siglas en inglés) que el calentamiento esperado en las próximas décadas podría convertir algunas de las fuerzas de la naturaleza que nos protegen en la actualidad en nuestras enemigas.


A lo anterior, habrá que considerar que las futuras generaciones serán las que harán frente a un problema del cual no son responsables, asimismo, considerar que el asunto es tan grande que obliga a establecer un consenso multilateral —para trabajar en equipo— porque el clima es algo que nos involucra a todos, por lo que es preciso desarrollar mecanismos de adaptación a lo inevitable, así como de acciones de cooperación internacional. Otro reto es el de fortalecer la educación ambiental (formal y no formal) para ahondar sobre los impactos ecológicos, políticos, económicos y sociales que esto representará. Además de considerar un progreso trascendental en la manera de observar la interdependencia ecológica, la justicia social y los derechos humanos. Lo anterior se logrará en la medida en que las grandes universidades dejen de ser instituciones de élite e inserten —en todas sus áreas del conocimiento— el estudio sobre la naturaleza y el medio ambiente, además de elevar el sentido ético y moral.


La responsabilidad del cambio climático debe ser un compromiso formativo en la docencia básica y profesional para influir en los estudiantes, en sus hogares y en las sociedades, con el fin de lograr cambios significativos en los hábitos de consumo y con un comportamiento congruente frente al entorno natural, el respeto hacia el prójimo para desarrollar actividades de investigación y participación en foros, conferencias, seminarios y debates sobre las problemáticas sociales y ambientales. Esto involucra innovar propuestas para insertar en las políticas de todas las naciones la transversalidad en la dimensión del impacto antrópico y antropogénico, y con ello lograr desarrollos sostenibles y equitativos.


En contrasentido a toda catástrofe y pensando en bien común, las bellas artes siempre se hacen presentes enlazando conceptos con digna voluntad. De esta manera surge Flooded, un ensayo fotográfico e instalación multisensorial exhibido como parte de una nueva iniciativa de programación anual presentada por Honolulu Biennial Foundation. La idea fusiona los paisajes del cambio climático con la comida y revela la intimidad entre nuestro pasado colectivo y el futuro. Fue inspirado por el aumento del nivel del mar y las inundaciones costeras, el trabajo oscila entre la representación de una sociedad futura y ficticia de características negativas causantes de la alienación humana y la interpretación imaginativa con particulares favorecedoras del bien humano, explorando ideas de adaptación, de angustia, estrés mental o existencial causado por el deterioro medioambiental, así como un cambio de línea de base: ¿Cómo reaccionamos al cambio con el tiempo? Se basa en un marco conceptual de amnesia generacional y antropología visual especulativa. Es decir, funciona como sombras visibles y artefactos futuros de nuestro planeta cambiante.


El Cambio de línea de base. Es un teoría establecida por Daniel Pauly en su artículo de «Anécdotas y el síndrome de línea de base cambiante de las pesquerías» que implica —en términos generales— que hay transformaciones a través del tiempo, pero a lo largo del camino, se instituyen novedosas líneas de base para evaluar la magnitud de esa transición. En cada generación o período de tiempo, vemos pequeñas mutabilidades, incluso los sistemas políticos-sociales en su conjunto se están renovando sustancialmente. Las modificaciones suelen olvidarse y esto conduce a una amnesia colectiva de lo «normal» por lo que la teoría de Pauly se ha aplicado en gran medida a los ecosistemas oceánicos, pero puede ampliarse a muchos fenómenos que ocurren debido al cambio climático. El trabajo se suma a las interpretaciones existentes del cambio de línea de base al ayudar a visualizar estos tipos de transiciones ambientales esquivos a lo largo del tiempo, utilizando la comida como un medio a través del cual conectar brechas y revelar similitudes, en la adaptación pasada y futura. Estas recetas desarrolladas por CC Buckley y Victoria Granof actúan como artefactos futuros: un medio para que la gente imagine un futuro sensorial y las potencialidades abstractas de los datos climáticos y las predicciones científicas, para sensibilizarnos y proceder de la mejor manera.


De este planteamiento, cada aportación que permita hacer conciencia en bien de todo ser viviente y de la Tierra, será felizmente recibida. Por lo tanto, hagamos todo lo necesario para aportar inteligencia, respeto y voluntad en pro del futuro de la Tierra y del medio ambiente.

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