Por Omar Garfias El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) visitó los hogares mexicanos y preguntó sobre sus ingresos, ya sea por trabajo, rentas, transferencias, programas sociales u otros, y sobre sus gastos. El INEGI encontró que, en promedio, los ingresos de los mexicanos en 2020 cayeron 5.8 por ciento respecto a 2018. En 2016, los hogares mexicanos tuvieron un ingreso promedio de 18 mil 581 pesos mensuales; en 2018, 17 mil 806 y, en 2020, 16 mil 770. En Sinaloa, en 2018 los ingresos promedio fueron de 19 mil 814 y, en 2020, 18 mil 611. Los programas sociales actuales no fueron exitosos en apoyar a los más pobres a afrontar la crisis económica. Los hogares más pobres del área urbana vieron caer sus ingresos un 8.8 por ciento: de 4 mil 235 pesos mensuales en 2018, a 3 mil 862 en 2020. Los hogares más pobres de las comunidades con población menor a 2 mil 500 habitantes, zona rural para el INEGI, no resultaron tan afectados en su economía aunque cuando se descuenta a sus ingresos la inflación y la estimación de lo que se ahorran por no pagar renta, entonces también hay un descenso hasta llegar por debajo de los 2 mil 471 pesos mensuales. El presidente López Obrador argumentó que prefería “no endeudar al país”, por lo que no aumentó los montos de los programas sociales, no amplió el padrón de beneficiarios ni creó nuevos programas de transferencias monetarias en medio de la mayor crisis económica de la historia. El programa social más grande, pensión Bienestar para adultos mayores, se da a todos sin importar si son pobres o no, también el programa de becas a estudiantes de educación superior y el de jóvenes construyendo el futuro. El resultado es que menos personas de las más pobres reciben programas sociales, según lo dijeron ellos mismos al INEGI. En 2016, al preguntar INEGI, el 61 por ciento de los hogares más pobres respondieron que eran beneficiarios de un programa social, mientras que, en 2020, solo el 35 por ciento lo hizo. En contraparte, el 22 por ciento de la población más rica de México declaró recibir un programa social Bienestar de la Cuarta Transformación mientras que sólo el 7 por ciento lo hizo en 2018. INEGI reporta que el 10 por ciento más pobre del país recibe el 10 por ciento del presupuesto de los programas sociales y el 10 por ciento más rico recibe el 8 por ciento. Los adultos mayores que ya tenían pensión del ISSSTE, IMSS u otra institución reciben automáticamente la de Pensión Bienestar, en la misma cuenta. ¿Quiénes se han quedado fuera? Los adultos mayores que nunca tuvieron empleo formal que deben ir a tramitar ese apoyo a oficinas lejanas o desconocidas, o sea, los más pobres. El monto promedio transferido por el programa de adultos mayores a los hogares más pobres es de mil pesos y para los hogares más ricos es 1 mil 627. Asimismo, los hijos de los hogares más pobres suelen desertar y no llegar a la educación media superior por lo que mayormente reciben esa beca los hogares más ricos. El monto promedio transferido mediante la “Beca Benito Juárez” a los hogares más pobres es de 657 pesos y para los hogares más ricos es de 852. Los actuales programas sociales no fortalecen la capacidad productiva de los pobres, pues son mayormente apoyos en efectivo. Tampoco generan asociación ni organización social de los excluidos. El 32 por ciento de la población en situación de pobreza declaró recibir programas sociales, muy lejos del 95 por ciento que asegura el presidente López Obrador. La frase de “primero los pobres” ha sido exitosa en crear esperanzas e ilusión en las familias que deben subsistir con 92 pesos diarios y que reciben o esperan recibir otros 36 pesos del gobierno. El discurso repetido ha creado, también, una imagen ante el resto de la sociedad. Las respuestas de la gente ante la encuesta del INEGI muestran, sin embargo, que si siguen funcionando igual, los programas federales difícilmente serán capaces de revertir los efectos empobrecedores de la pandemia en las familias mexicanas. Lamentablemente, la pandemia y la crisis económica continúan, por lo que es necesario reconocer errores y hacer cambios en la política social. Aún se puede apoyar a los pobres a enfrentar las consecuencias económicas de la pandemia y, sobre todo, a mejorar su capacidad de generar riqueza. Máximo Ernesto Jaramillo-Molina es un joven izquierdista jalisciense dedicado a combatir la desigualdad y votante por Morena en 2018. Máximo sostiene con vehemencia: “Yo sí creo que la máxima del gobierno debería ser “primero los pobres”. Y por eso critico a un gobierno que los protegió menos (durante la pandemia). Ojalá y hagan lo mismo (critiquen) si de verdad les importa la priorización de la pobreza. Si no les importa, pues sigan justificando con mentiras al gobierno”
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