Skatitlans Festival: el ska rebelde retumba en Cuautitlán Izcalli
- RootsLand

- hace 3 días
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Redacción: Andrea Zamora
El 7 de diciembre, Cuautitlán Izcalli será testigo del primer aniversario del Skatitlans Festival, una jornada de ska, autogestión y rebeldía al ritmo de trompetas, guitarras y espíritu comunitario.

El próximo domingo 7 de diciembre se celebrará en Cuautitlán Izcalli el primer aniversario del Skatitlans Festival, un encuentro musical —y sobre todo cultural— que reivindica al ska como bandera de autogestión, comunidad e inconformismo. El evento convoca a bandas de la escena alternativa bajo la consigna de comunidad: “la banda y la autogestión mandan, no los partidos ni la faramalla”.
El ska, género nacido en Jamaica a finales de los años cincuenta, combina ritmos caribeños (como el mento) con influencias de jazz y rhythm & blues estadounidenses, y se caracteriza por su distintivo ritmo sincopado (“off-beat”), bajo marcante y metales vibrantes (trompetas, trombones, saxofones).
Desde los años ochenta y especialmente en los noventa, el ska encontró en México un terreno fértil para transformarse en una voz de protesta, identidad juvenil y fusión sonora, con bandas que adaptaron el género a la realidad local —una mezcla de ska jamaiquino, rock y rock urbano latino.
El Skatitlans Festival recoge ese legado. Con su primera edición de aniversario, el evento pretende ser más que un concierto: una declaración de principios. Con un precio de entrada accesible, busca reunir a quienes ven en el ska una comunidad de rebeldía, música de pueblo y resistencia.
En palabras de los organizadores, “la música es del pueblo… y para el pueblo”. Ese espíritu se ve reflejado no solo en la selección de bandas, sino en la autogestión del evento: sin grandes corporativos detrás, apostando a lo colectivo, lo comunitario y lo auténtico. En un momento histórico donde muchos festivales siguen lógicas comerciales, Skatitlans se plantea como espacio de autonomía cultural.
La cita en Cuautitlán Izcalli es, entonces, una oportunidad para reconectar con la raíz combativa del ska, ser parte de una comunidad consciente, vibrar con los metales, moverse al compás del “skank” y celebrar una cultura que sigue viva, crítica, solidaria —y lista para recordar que la música también puede ser resistencia.







