La transformación de Trump que podría impactar en la economía mundial del cannabis
- RootsLand

- 10 oct
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Redacción: Regina De Quevedo

En plena coyuntura electoral, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha reabierto el tema del cannabis en el centro de la conversación pública de su país.
Donald Trump ofreció un discurso sobre los beneficios del cannabidiol (CBD) para los adultos mayores, el cual fue parte de una estrategia para reposicionar al país en una industria que podría transformar la economía global en los próximos diez años. Su discurso se enfocó en dos temas clave: salud y economía. El presidente reconoció que los derivados del cannabis pueden brindar alternativas terapéuticas para problemas crónicos, insomnio y ansiedad, situaciones a las que se enfrentan personas de la tercera edad. Por otro lado, reconoció que el cannabis representa una oportunidad para crecer en términos económicos, liderazgo internacional e innovación tecnológica, esta combinación era inimaginable en un discurso conservador, el cual marca un cambio en el enfoque que se tenía.
Al incluir este tema en su agenda, Trump pretende no solo conectar con votantes progresistas o jóvenes, sino también con sectores de la población estadounidense que hacen uso de productos con cannabis con fines médicos o de bienestar. Su mensaje es claro: “el cannabis puede ser una herramienta para mejorar la salud pública, y al mismo tiempo, fortalecer la economía nacional”.
Esta perspectiva tiene un elemento clave más profundo. La administración estadounidense está tomando en cuenta el reclasificar al cannabis a una categoría menos restrictiva dentro de la ley federal, lo que llevaría a destacar formalmente su valor médico y a reducir las barreras regulatorias que han limitado la investigación científica y la inversión durante muchos años.
Si se lleva a cabo, Estados Unidos estaría dando un paso decisivo hacia la normalización institucional del cannabis, lo que significaría contar con beneficios fiscales, contar con una gran expansión de las empresas para operar de manera legal y un impulso significativo para la innovación farmacéutica. De igual manera, la industria estadounidense competiría en igualdad de condiciones frente a países como Canadá, Alemania o Suiza.
Este movimiento va más allá de la política interna; Trump movería las piezas en el tablero global del cannabis, ya que Estados Unidos ha retrocedido frente a otros países que han comprendido que el futuro del cannabis no se centra en la prohibición, sino en regularlo. El presidente pretende recuperar el liderazgo, dejando a su país como epicentro de desarrollo médico, científico y comercial de este sector.
El impacto sería inmediato, ya que una reclasificación de cannabis a nivel federal no solo cambiaría la política de drogas estadounidense, sino que transformaría el comercio internacional. Bancos, farmacéuticas y fondos de inversión estarían abiertos a participar y el capital circularía hacia la investigación, desarrollo y nuevas cadenas de suministro, provocando un movimiento económico sin antecedentes.
Si Washington hace realidad esta reclasificación, los mercados reaccionarían con rapidez y crecerá de manera exponencial la demanda de materia prima, extractos farmacéuticos, productos terapéuticos y biotecnología, lo que provocaría una competencia global por posicionarse en esta nueva economía verde. Por lo tanto, México tendrá que actuar con rapidez y visión, sin reglas claras, infraestructura adecuada y certidumbre jurídica porque las inversiones buscarán otros destinos.
La estrategia de Trump servirá para aprender de su estrategia, en vez de seguir viendo al cannabis como un tema polémico, debemos entenderlo como un componente fundamental para la nueva economía verde. Trump no solo está hablando de salud ni de moral, sino de poder económico y de liderazgo global, lo que traerá efectos multiplicadores. Al reconocer que el cannabis tiene un potencial terapéutico y al abrir la puerta a una reclasificación federal, se creará un cambio que tarde o temprano será definitivo.
Este cambio impactará a normas internacionales, tratados de comercio, criterios farmacéuticos y la percepción pública en todo el mundo. Esta jugada política asegura que el cannabis ya no es un tema prohibido, sino uno estratégico, y cómo las potencias que antes lo combatían hoy buscan dominarlo. Mientras tanto, México sigue esperando por una decisión legislativa que probablemente nunca llegue.
El futuro del cannabis se definirá en la capacidad de los países para comprender que una regulación responsable puede llevar a la innovación, la competitividad y el desarrollo sostenible. Estados Unidos ya está actuando y, si México quiere ser parte de este desarrollo, debe actuar ahora con seriedad, visión y decisión.







