Redactor: Cristal Jiménez

En la cultura rastafari, el cannabis ocupa un lugar central como herramienta espiritual, símbolo de resistencia y medio para la conexión con Jah, la deidad suprema de esta tradición. Más que una sustancia recreativa, es considerado un sacramento sagrado que promueve la introspección, la meditación y la comunión con lo divino.
El movimiento rastafari, surgido en Jamaica en la década de 1930, se basa en principios como la igualdad, la conexión con la naturaleza y el rechazo a la opresión. Dentro de esta filosofía, el cannabis, conocido como ganja, se utiliza en contextos rituales como las reuniones espirituales o reasonings. Durante estas ceremonias, los participantes encienden la planta como un acto de purificación y apertura mental, fomentando el debate, la reflexión y la armonía comunitaria.
La adopción del cannabis en esta cultura tiene raíces tanto bíblicas como culturales. Los rastafaris interpretan pasajes de la Biblia, como el Salmo 104:14, como evidencia del papel sagrado de las plantas para el uso humano. Además, la influencia de las prácticas africanas tradicionales, donde el cannabis era empleado en rituales espirituales, refuerza su importancia dentro del movimiento.
Sin embargo, el uso del cannabis en la cultura rastafari ha enfrentado estigmatización y criminalización a lo largo del tiempo, especialmente debido a leyes restrictivas y prejuicios culturales. A pesar de ello, los rastafaris continúan defendiendo su derecho al uso de la planta como parte integral de su libertad religiosa y su identidad cultural.
En la actualidad, con el avance de la legalización del cannabis en diversas partes del mundo, también se han abierto espacios para un mayor entendimiento y respeto hacia su rol en la espiritualidad rastafari. Esta práctica no solo es un recordatorio de la relación intrínseca entre la humanidad y la naturaleza, sino también un llamado a reflexionar sobre la importancia de la libertad cultural y religiosa.
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