Del Roots Reggae al Dancehall: la evolución del ritmo jamaicano
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Redacción: Naomi Vargas
Desde los barrios de Kingston hasta los escenarios internacionales, el reggae ha sido mucho más que música: es historia, identidad y resistencia. En los años 60 nació el Roots Reggae, una corriente que, con su sonido profundo y su mensaje espiritual, marcó el alma de Jamaica y del mundo.

El Roots Reggae surgió a finales de los años sesenta, heredando el corazón del Rocksteady, aquel género que introdujo el bajo eléctrico como base rítmica. En esa época, Jamaica vivía una transición política importante: dejaba de ser colonia británica para convertirse en nación independiente. De ese contexto nacieron voces que reflejaban las luchas y esperanzas del pueblo, como Bob Marley, Peter Tosh o Burning Spear, acompañados por productores legendarios como Lee Perry y Coxsone Dodd, quienes construyeron el sonido que definiría toda una generación.
Durante los setenta, el Roots Reggae se consolidó como la banda sonora del movimiento Rastafari. Las letras hablaban de justicia, amor, espiritualidad y revolución. Pero, hacia los ochenta, la escena comenzó a cambiar. Nuevas influencias y realidades sociales dieron paso al Dancehall, un género más crudo, acelerado y bailable. Las letras se tornaron más cotidianas, el ritmo más digital y los artistas adoptaron una estética más urbana y provocadora.
Figuras como Gregory Isaacs y Dennis Brown fueron puentes entre ambos mundos, manteniendo la esencia del roots mientras exploraban nuevos sonidos. En los noventa, la historia dio otro giro: una nueva ola de artistas como Buju Banton, Sizzla o Capleton recuperaron la conciencia espiritual del reggae y la mezclaron con la energía del Dancehall, dando origen al movimiento conocido como Nu-Roots.
Así, entre bajos profundos, ritmos sincopados y mensajes de libertad, Jamaica nos dejó una lección invaluable: los géneros cambian, pero la raíz siempre permanece.