Por Deborah Buiza A mi papá le gustaban los plátanos dominicos. Como mi abuelita (su suegra) lo sabía, siempre tenía plátanos dominicos, gelatina y dulces típicos en su casa. Ella siempre tenía “algo” que compartir con las personas que la visitaban, o a quienes visitaba, con el propósito de apapacharlas, pero ese “algo” era especial, porque eran cosas que sabía que eran del gusto de esas personas en particular. Es decir, no era un detalle “genérico”, sino considerado, buscado, seleccionado y adquirido especialmente para la persona. ¿Cómo cuidamos a quienes amamos? ¿Cómo les demostramos el afecto que les tenemos; que nos importan, que nos caen bien? E, incluso, ¿cómo cuidamos y procuramos a aquellos que están en nuestra vida por alguna razón; a quienes quizá no les tenemos tanta cercanía o gran aprecio, pero con quienes nos relacionamos de manera constante? Con frecuencia nos dejamos llevar por la manera en que nos gusta ser amados o por como nos gusta que nos demuestren aprecio o afecto y lo demostramos de esa manera a nuestra gente cercana e importante; sin embargo, puede ser que no lo reciban o lo perciban de la misma manera, por lo que "el gesto" podría perder un poco de “efectividad” (si pudiéramos decirlo así). Si nos damos la oportunidad de conocer más a fondo a las personas que nos importan y sus “cómo” se sienten apapachados, consentidos, procurados, mirados y apoyados, podremos ampliar nuestras posibilidades de establecer mejores formas de conexión con ellos, cada vez más profundas e íntimas. Conocer cuáles son sus temas complicados, qué es importante, sus preocupaciones, validamos sus emociones y los acompañamos sin juzgarlos, observamos su entorno y contexto, miramos su historia, nos interesamos por lo que hay alrededor de lo que están viviendo o de lo que están sintiendo, nos puede dar muchas pistas para acercarnos tanto como se pueda o se necesite, de la manera en que lo necesitan. ¿Difícil? Puede ser que un poquito, pero nada que no se resuelva con la práctica. Quizá es cuestión de poner atención en lo que nos cuentan; observar con cuidado, hacer las preguntas adecuadas y recordar lo que nos comparten. Creo que al final todo radica en la decisión de tener la atención plena para conocer al otro y procurar su cuidado porque nos interesa. Eso nos podría motivar para mirarlos desde quienes son y no desde lo que nosotros somos o haríamos. Reconocer al otro, conocer sus “términos y condiciones”, sus “reglas de oro”, sus “do” y sus “don't”, el ritmo al que viven, cómo expresan sus emociones y lo que les es fundamental, nos dará elementos para mejorar nuestra comunicación y relación, procurarlos y amarlos desde quienes son y hacer que se sientan vistos, valiosos y amados por nosotros. Y tú, ¿cómo podrías apapachar más a quienes son valiosos para ti? ¿Qué podrías mejorar en tu forma de acompañar para estar en su vida de manera más nutritiva y positiva?
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