Por Araceli Mendoza
La ceguera de los candidatos se refleja en que han hecho campañas sin presentar proyectos concretos para la población, sin anunciar programas de beneficio en cada estado o municipio, lo que significa no ver realmente las necesidades de la niñez, juventud y adultez, engañar con promesas absurdas. En un país donde la pandemia ha cambiado el sentido de la vida, los candidatos tuvieron la oportunidad de vitalizar a la población y sacarlos de la tristeza y la desesperanza que les ha dejado la COVID-19. La pobreza se ha hecho más presente, pero para los candidatos miopes todo sigue igual, la pandemia no movió nada. No supieron canalizar la necesidad del cambio por el bien de todos. Después de las campañas sólo quedan bardas pintadas con leyendas que desaparecen con el tiempo y se olvida la visita de quienes buscaban ser votados, mientras se retiran otros que llegaron y empobrecieron más al pueblo y lo dejaron en condiciones muy precarias en educación, salud y seguridad. Ninguno supo ver los recursos con que cuenta la población y aprovecharlos. En días pasados me enteré de una candidata a síndico por Minatitlán, Colima, María del Pilar Gaona Ventura, mujer de 80 años, quien decidió participar en la política y postularse en una elección tan reñida y golpeada por el crimen. Minatitlán tiene una superficie de 418.56 kilómetros cuadradios, 4 mil 257 habitantes y una temperatura promedio de 23 grados Celsius. Esta comunidad surge en 1551, siendo oidor-juez y alcalde mayor de Nueva Galicia Lorenzo Lebrón de Quiñonez, y fue otorgada en Encomienda al soldado español Francisco de Santos una región del occidente de la provincia de Colima, llamada Tlacalahuastla que, según Felipe Sevilla del Río, significa “Lugar donde abunda o se fabrican cerbatanas”. La región estaba habitada por indígenas nahuas y otomíes que, al paso de los años y debido a la sobreexplotación, huyeron a las serranías del Telcruz. El territorio que hoy ocupa el municipio de Minatitlán formó parte de Tlacalahuastla. En 1833 se fundó el rancho del Mamey y, finalmente, en 1920 le fue cambiado el nombre por Minatitlán (“lugar dedicado a Mina”), en honor a Francisco Javier Mina, insurgente mexicano.
El único hecho histórico relacionado con la participación del municipio en la Revolución Mexicana, fue un brote de rebeldía encabezado por el “jefe Juan José”, acompañado por varios de sus hombres llamados Juan. En honor a ellos existen dos cerros en la región con sus nombres, uno Los Juanes y el otro Los Juanillos. Después de perder varias veces la calidad de municipio, finalmente en 1928 se le restituye esa categoría de forma definitiva, adscrito al segundo distrito electoral federal, con sede en Manzanillo. Aquí es donde vive esta mujer de carácter y fuerza de 80 años de edad que decidió participar por primera vez como candidata en las elecciones 2021, como síndica, en elección municipal el próximo 6 de junio de 2021. “Es la primera ocasión que participo. Nunca pensé que fuera a tener una oportunidad tan linda, tan rara… Mi hijo me dijo: Mami, ¿has pensado esto; qué quieres hacer? Para eso se estudia, hay Ciencias Políticas, tú nomás tienes la primaria”. Pilar Gaona Ventura, a sus 80 años, es viuda, madre de tres hijos, abuela de cinco nietos y bisabuela de seis. Es la primera vez que participa en política y busca ser síndico por la coalición “Va por Colima”, en el municipio de Minatitlán. Pilar es conocida por su energía: baila danzón, canta, teje, borda a mano, confecciona ropa y se da el tiempo para visitar, casa por casa, a los adultos mayores de su comunidad, donde desde hace 20 años es gestora comunitaria para apoyar a personas mayores de 70 años. En una conversación telefónica con fines periodísticos, me platico que todos los primeros sábados de mes organiza una comida en la parroquia local a las personas adultas mayores, porque ha sido testiga de maltratos a muchos de ellos. Me platicó un hecho que quiero compartir con ustedes, lectores: “Veo a un hijo llevar del brazo a su papá a cobrar su pensión. El padre, en lugar de un cinturón lleva un mecate puesto en su pantalón. El hijo, quien aparentamente lo ayudaba, al momento de cobrar le quitó el dinero. Pilar lo vío y enfrentó al hijo: – ¡Oye, no seas cabrón! Siquiera espera a que lleguen a casa… – Se le puede caer… – Ni que fuera a hacer lagartijas o pararse de cabeza para que tire el dinero. ¡Respeta a tu padre! Pilar agregó: “el relato que le comento es triste, pero hay muchos más. Por eso quiero hacer una estancia de día, para que se sientan bien. “Si quieren platicar 20 veces de las carreras de caballos en que participaron, que lo hagan, sin que nadie los critique, porque a los hijos les molesta que los padres sean tan repetitivos. Una gran conversación con una mujer valiente, llena de vida y entusiasmo que me hizo soltar varias carcajadas porque es auténtica. La admiro. En su casa debería haber una placa quee diga “Aquí vive una mujer comprometida con su comunidad, llena de compasión”.
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