Por Deborah Buiza
Un día mi hijo el mayor me preguntó “mamá, ¿hoy de que humor estás?” y al día siguiente preguntó lo mismo, en cada ocasión me revisé internamente para “detectar” de que “humor” andaba y poder darle una respuesta, él me observaba y esperaba, y ya que le decía cómo me sentía se iba.
¿Cuántas veces al día nos permitimos “revisarnos” cómo nos sentimos? Es un hecho que no podemos sentirnos felices, alegres y radiantes todo el tiempo y que conforme va pasando el día, las situaciones y las interacciones con el entorno y con la gente con la que convivimos, nos vamos sintiendo y vamos pensando cosas que nos llevan a sentir otras cosas y que pueden escalarse y enredarse al máximo.
El ideal de tener paz mental y estabilidad emocional a pesar de las circunstancias exteriores y de lo que suceda con nuestras relaciones, resulta con frecuencia un gran reto que parece difícil de superar y más en situaciones como la contingencia sanitaria que ha puesto de cabeza la vida que conocíamos y nos ha enfrentado a nosotros mismos, permitiendo mirarnos desde otros ángulos, incluso aquellos no tan luminosos o ventajosos.
Entonces, de manera compasiva podríamos regalarnos espacio y tiempo para detenernos y preguntarnos, ¿cómo te sientes? Y escucharnos sin juicio, sin reprendernos por lo que encontremos, observarnos y de acuerdo a la respuesta tomar acción, o no, porque a veces solo necesitamos dejarnos estar en lo que estamos sintiendo y con ello darle oportunidad para que pueda pasar.
¿Sabes qué cosas te devuelven a tu centro? ¿Qué cosas te regresan la alegría? ¿Qué te puede hacer sentir paz de nuevo?
Si logramos identificar de manera cotidiana lo que vamos sintiendo y conocemos cómo podemos hacernos sentir mejor podemos ir trabajando poco a poco y sobre la marcha y no esperar a que todo se acumule y un día de repente ¡pum! Explote.
Encontrar la manera asertiva de externar nuestro sentir puede ayudarnos a relacionarnos de mejor manera compartiendo con los nuestros lo que nos sucede y lo que necesitamos de ellos, y con eso puedan acompañarnos y apoyarnos de manera más efectiva, pero de nueva cuenta eso sólo será posible si ubicamos cómo nos estamos sintiendo y cómo podemos sentirnos mejor o identificando que necesitamos en ese momento.
Las emociones, sentimientos y pensamientos al final son algo inevitable, son parte de nosotros y podemos a partir de ellas, conocernos mejor, aprender cómo son para nosotros, qué nos dicen sobre lo que necesitamos o lo que nos esta pasando y lo que necesitamos hacer para estar bien, sólo necesitamos prestarnos un poquito de más atención y con calma escucharnos.
Y tú, ¿cómo te sientes?
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