Agua de riego para cannabis: ¿Cuáles son las claves para un cultivo perfecto?

Redacción: Fer Valdep

La temperatura del agua de riego es un factor clave en el desarrollo saludable de las plantas de cannabis. Se recomienda mantenerla entre 20 °C y 25 °C, siendo 23 °C el valor más óptimo, ya que propicia una absorción equilibrada de nutrientes y evita los impactos negativos que el agua demasiado fría o caliente puede generar en el crecimiento de las raíces y en la calidad final de los cogollos. 

Medir la temperatura del agua en un cultivo es sencillo pero esencial: basta con utilizar un termómetro adecuado para líquidos antes de regar. Para estabilizarla, se pueden usar depósitos que dejen reposar el agua hasta alcanzar la temperatura ambiente, o implementar sistemas de enfriamiento si la corriente sale demasiado fría o caliente, garantizando así un riego uniforme en cada planta. 

Otros factores decisivos en el riego de cannabis incluyen el pH, que influye directamente en la disponibilidad de nutrientes; el cloro, que conviene eliminar si se utiliza agua de red; y la  

conductividad eléctrica (EC), que mide la concentración de sales y asegura que la planta reciba la cantidad correcta de fertilizantes. Ajustar estos parámetros es indispensable para obtener un desarrollo vigoroso y cosechas de calidad. 

Además, agregar enmiendas, enzimas y fertilizantes al riego es una excelente opción para aportar valiosos nutrientes a tus plantas. Por otro lado, aprovechar el agua de lluvia puede ser una práctica sostenible, siempre que no provenga de tormentas intensas o de zonas con alta contaminación atmosférica, pues podría contener sustancias dañinas para el cultivo. 

En resumen, una estrategia de riego integral incluye controlar la temperatura del agua, ajustar el pH, el cloro y la EC, y enriquecer el sustrato con los agregados correctos. Estas prácticas no solo mejoran la salud de tu cultivo, sino que también contribuyen a plantas más resistentes y a la obtención de cosechas de mayor calidad.