Adultos jóvenes usan cannabis para dormir, pero la ciencia advierte que puede empeorar el sueño
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Redacción: Ximena Zarahi Moreno Luna
Un nuevo estudio nacional revela que millones de jóvenes consumen cannabis e incluso alcohol para conciliar el sueño, aunque esta práctica puede deteriorar la calidad del descanso y aumentar riesgos de dependencia.

En Estados Unidos millones de adultos jóvenes consumen cannabis para conciliar el sueño, pero expertos advierten que esta práctica podría ser contraproducente y estar deteriorando la calidad del sueño de forma discreta.
Así lo muestran datos recientes del estudio anual Monitoreando el Futuro (Monitoring the Future), realizado por investigadores del Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan y financiado por el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA, por sus siglas en inglés). La investigación recogió respuestas de 1,473 adultos jóvenes estadounidenses de entre 19 y 30 años para evaluar patrones de consumo de sustancias y razones de uso, incluyendo la tentativa de uso de cannabis y alcohol para inducir el sueño.
Según los resultados, el consumo de sustancias para dormir no es un fenómeno menor. El 22% de los participantes afirmó haber consumido cannabis, alcohol o ambos con el propósito de conciliar el sueño. El cannabis fue reportado con mucha más frecuencia que el alcohol para este fin: alrededor del 18% de los encuestados declaró consumir cannabis con la intención de dormir, mientras que sólo el 7% mencionó el alcohol como auxiliar del sueño.
Entre quienes consumieron cannabis en el último año, la proporción que indicó que conciliar el sueño era uno de los motivos de consumo llegó al 41%. Estos hallazgos ponen en evidencia la creciente presencia de sustancias psicoactivas dentro de las estrategias que algunos jóvenes utilizan para enfrentar dificultades del sueño.
Los investigadores advierten que consumir sustancias como el cannabis o el alcohol para conciliar el sueño puede ser contraproducente a largo plazo. Megan Patrick, profesora de investigación del Instituto de Investigación Social y autora principal del estudio, señaló que “usar estas sustancias para conciliar el sueño puede interferir con la capacidad de permanecer dormido y con la calidad del sueño”. A su juicio, el patrón observado podría parecer aliviar momentáneamente la dificultad para iniciar el descanso, pero en realidad puede perturbar los ciclos normales de sueño y agravar los problemas.
Estudios previos respaldan esta alerta. El sueño de calidad es un componente crítico para la salud mental, la regulación del estado de ánimo, el rendimiento cognitivo y la función física general. Alterar de manera recurrente la arquitectura natural del sueño puede incrementar riesgos de ansiedad, depresión, deterioro de la memoria, somnolencia diurna excesiva e incluso problemas metabólicos.
El estudio también identificó disparidades significativas entre grupos demográficos. Las mujeres tenían casi el doble de probabilidad que los hombres de reportar consumir cannabis para dormir. Asimismo, participantes que se identificaron con otro género (distinto de hombre o mujer) tenían cuatro veces más probabilidad que los hombres de utilizar cannabis con ese propósito. En el caso del alcohol, los jóvenes adultos negros tuvieron tres veces más probabilidad que los jóvenes blancos de mencionar su uso para conciliar el sueño.
Estas diferencias sugieren que las estrategias para dormir pueden estar influenciadas por factores culturales, sociales y accesibilidad a alternativas saludables, lo cual subraya la importancia de adaptar intervenciones de salud pública según contextos diversos.
Patrick explicó que el consumo repetido y prolongado de cannabis o alcohol para dormir puede empeorar las dificultades que busca resolver, al generar tolerancia —es decir, la necesidad de consumir mayores cantidades para lograr el mismo efecto— y aumentar el riesgo de trastorno por consumo de sustancias. “En lugar de mejorar el sueño, puede provocar problemas adicionales de sueño y una espiral de consumo cada vez más intensa”, advirtió.
La tolerancia y dependencia son fenómenos bien documentados en investigaciones previas sobre sustancias psicoactivas, donde el cerebro adapta sus respuestas biológicas, haciendo que los efectos deseados se vuelvan cada vez más difíciles de conseguir sin aumentar la dosis.
Los autores señalan que existe una idea errónea entre muchos adultos jóvenes: la creencia de que el cannabis o el alcohol pueden mejorar el sueño. La evidencia científica más sólida indica lo contrario. “Un sueño de calidad es fundamental para la salud mental y la regulación del estado de ánimo”, declaró Megan Patrick. “Muchos nos dijeron que consumen cannabis para intentar conciliar el sueño, pero que hacerlo puede empeorar aún más sus problemas de descanso”.

Este tipo de malentendidos acerca de los efectos del cannabis y el alcohol sobre el sueño también se refleja en la literatura científica, donde se ha demostrado que, aunque algunas sustancias pueden facilitar la somnolencia inicial, a menudo fragmentan el sueño, reducen el tiempo de sueño profundo y alteran los ritmos circadianos.
Dadas las altas tasas de uso de sustancias reportadas y su interacción con problemas de sueño, los investigadores recomiendan que los proveedores de atención médica presten atención a esta conexión. La evaluación integrada de problemas de sueño y consumo de sustancias podría ayudar a diseñar intervenciones más efectivas, tanto clínicas como comunitarias.
Los especialistas señalan que los jóvenes que enfrentan dificultades persistentes para dormir deberían consultar con profesionales de la salud, quienes pueden orientar sobre enfoques basados en evidencia, cómo la terapia cognitivo-conductual para el insomnio (TCC-I), mejoras en higiene del sueño y apoyo conductual, en lugar de depender de sustancias potencialmente dañinas.
Este estudio de Monitoreando el Futuro representa uno de los primeros análisis nacionales que examina con detalle cómo y por qué adultos jóvenes usan sustancias para dormir y evidencia que esta práctica, aunque común, no ofrece soluciones a largo plazo y puede agravar los problemas de sueño y de salud asociados a ellos.







