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Primera protesta antigentrificación en la Ciudad de México termina en vandalismo y confrontación

Redacción: Amairany Ramírez

Lo que comenzó como una reunión pacífica para discutir los impactos de la gentrificación en la capital mexicana, se transformó en una manifestación que culminó con destrozos en comercios y enfrentamientos con extranjeros en colonias céntricas. El 4 de julio de 2025, diversos colectivos ciudadanos y vecinos se congregaron en el Foro Lindbergh del Parque México para visibilizar esta problemática.


La elección de la fecha no fue aleatoria; los organizadores buscaron reivindicar las tradiciones y espacios mexicanos, en lugar de conmemorar el 4 de julio. La concentración inicial en el Parque México incluyó actividades como la elaboración de un “tendedero antigentrificación” para exhibir pancartas y stickers, así como un micrófono abierto donde los asistentes compartieron sus experiencias sobre cómo la gentrificación ha afectado sus colonias.


La gentrificación es un fenómeno que se estima ha desplazado a cerca de 400 mil familias a la periferia de la Ciudad de México, según investigaciones de la UAM. Colonias como Polanco, Lomas de Chapultepec, Condesa y Roma han sido escenario de una profunda transformación urbana y una creciente ocupación extranjera. Muchas viviendas que fueron habitadas por familias mexicanas durante décadas ahora se ofrecen en plataformas como Airbnb o se convierten en hoteles boutique y oficinas, elevando drásticamente los precios.

Manifestantes corearon consignas como “la gentrificación no es progreso, es despojo” y “green go home”, resaltando el impacto de la llegada masiva de turistas, especialmente "nómadas digitales" estadounidenses desde 2020, que ha disparado los costos de vida y alquileres, haciendo inaccesibles las condiciones para el mexicano promedio. Algunos carteles expresaban “Gringos, dejen de robarnos la casa” y se exigía legislar para establecer un tope a los precios de renta o venta.


Tras la concentración inicial, los contingentes procedieron a cerrar calles aledañas. Fue en este punto cuando un grupo de jóvenes con el rostro cubierto, algunos vestidos de negro, identificados como parte del “bloque negro”, comenzó a realizar diversas pintas en el Foro Lindbergh y luego iniciaron una movilización por las calles Sonora, Ámsterdam y Reforma, donde destrozaron establecimientos comerciales.


Los manifestantes lanzaron piedras para romper vidrios de restaurantes y cafeterías, utilizando incluso el propio mobiliario de los locales para causar daños. Negocios como el Café Toscano, un Starbucks en la calle Ámsterdam y un restaurante de comida italiana sufrieron vandalismo con pintura y vidrios rotos. Testigos relataron cómo comensales y trabajadores se resguardaron en el suelo o detrás de los mostradores para protegerse de los proyectiles. También se registraron pintas con mensajes como “no te queremos, gringo” en paredes de negocios en la colonia Roma.


A pesar de la presencia de elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México (SSC), no se reportaron detenciones por los destrozos al momento de la publicación. Vecinos que participaron en la concentración inicial expresaron su desacuerdo con el discurso xenófobo y los actos de vandalismo, con uno de ellos reclamando: “Que culpa tenemos nosotros los vecinos, no destrocen las cosas”.


La protesta también se extendió frente a la Embajada de Estados Unidos y se corearon consignas en el Metro, con la marcha finalizando en la Estela de la Luz, mientras que el Ángel de la Independencia fue resguardado para evitar más daños.


La movilización del 4 de julio marca un punto de inflexión en el debate sobre la gentrificación en la Ciudad de México, poniendo de manifiesto la creciente tensión entre la transformación urbana y el derecho de los habitantes locales a permanecer en sus barrios.

 

 
 
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