Descifrando los secretos del cannabis: ¿Cómo se analizan el THC y el CBD en el laboratorio?
- RootsLand
- 16 jun
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Redacción Ismael Salgado

Saber con precisión qué cantidad de cannabinoides, como el THC y el CBD, contiene una flor, un extracto o un aceite de cannabis es fundamental para aprovechar al máximo sus beneficios terapéuticos. Afortunadamente, diversos laboratorios especializados en el país ofrecen estos análisis, permitiendo a los usuarios ajustar sus dosis, seleccionar las variedades más adecuadas y, sobre todo, garantizar un consumo seguro. Pero ¿qué sucede exactamente una vez que la muestra llega al laboratorio?
La técnica principal para identificar y cuantificar los cannabinoides es la cromatografía. Imagina que es una especie de carrera en la que las moléculas de la planta son las competidoras. Al pasar a través de diferentes materiales, algunas avanzan más rápido que otras, permitiendo que se separen y puedan ser identificadas claramente.
La forma más sencilla y económica de realizar este análisis es la cromatografía en capa delgada (TLC). En este método, se utiliza una placa cubierta de un material especial sobre la cual se desliza un líquido (solvente). Cada cannabinoide viaja a una velocidad y distancia diferente. Con la ayuda de un revelador que los tiñe de colores, es posible ver a simple vista qué compuestos están presentes. Aunque no ofrece cifras exactas, esta técnica es muy útil para tener una idea general de la composición de una cepa.
Para obtener datos cuantitativos y saber exactamente cuántos miligramos de THC o CBD hay en una muestra, se recurre a una tecnología más sofisticada: la cromatografía líquida de alta eficacia (HPLC). En este caso, los cannabinoides son bombeados a través de una columna y detectados por un equipo computarizado. El resultado es un gráfico con picos que muestra cada compuesto y su concentración precisa. Esta herramienta es la que permite cuantificar con total exactitud la potencia del producto.
El análisis del cannabis mediante cromatografía no solo es crucial para los pacientes que lo utilizan con fines medicinales, sino también para investigadores, productores y todos aquellos comprometidos con la calidad, la seguridad y la transparencia en el sector.
Gracias a estas herramientas científicas, el cannabis medicinal avanza con paso firme, consolidando su lugar en el ámbito de la salud profesional y brindando cada vez más certezas a quienes confían en sus propiedades.