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Bad Manners: La locura sigue viva

Redacción: Andrea Zamora 

Bad Manners: La locura sigue viva
 Bloodvessel, líder carismático de Bad Manners, no duda en definirse con ironía: la célebre banda británica de ska reivindica su espíritu irreverente mientras prepara nuevas fechas y reflexiona sobre más de cuatro décadas de música.

Desde sus inicios en la escena del ska Two Tone en Londres, Bad Manners supo diferenciarse por su energía desbordante y su humor festivo. Liderados por el excéntrico Buster Bloodvessel —cuyo verdadero nombre es Douglas Trendle—, la agrupación ha sobrevivido décadas de transformaciones, modas musicales y críticas, manteniéndose fiel a su identidad rebelde.  

 

Recientemente, en una entrevista con La Voz de Galicia, Bloodvessel sorprendió al autodefinir al grupo como “una de las bandas más estúpidas que podría imaginarse”.  Pero esa declaración no respondió al descuido o la arrogancia: más bien, funciona como una declaración de principios. Según él, esa irreverencia es parte del encanto de Bad Manners y su forma de conectar con el público.  

 

Durante la charla, Bloodvessel repasó con nostalgia su recorrido artístico: desde tocar en pubs londinenses en sus primeros días hasta pisar grandes escenarios en festivales mundiales.  Esa transición, según el vocalista, no ha borrado la esencia de sus shows: irreverentes, espontáneos y cargados de humor.  

 

Bad Manners, formado alrededor de 1979, fue parte del impulso del ska en la era Two Tone junto a bandas como The Specials, cimentando un estilo con influencias del rhythm & blues y el reggae.  Con el tiempo, la formación ha sufrido cambios, pero Buster se mantiene como pilar central, catalizador de ese espíritu provocador que caracteriza al grupo.  

 

Más allá del tono jocoso de sus declaraciones, hay ecos de reflexión: la música como territorio de libertad, la conexión con el público como detonante de autenticidad, el contraste entre fama y resistencia artística. En ese contexto, describirse como “estúpidos” puede interpretarse como burlarse de las convenciones, abrazar la imperfección y destacar el valor de no tomarse demasiado en serio. 

Para sus fanáticos, la frase resonará como una confesión honesta de un grupo que jamás ha buscado elegancia forzada. Para quienes lo descubren ahora, puede ser un puente hacia un sonido crudo, directo, con actitud. Lo cierto es que Bad Manners sigue presente: no solo como recuerdo nostálgico del ska ochentero, sino como una máquina de energía que aún tiene algo que decir (y cantar). 

La irreverencia puede ser su estrategia, pero también su sello más genuino. 



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