Redactor: Sam Torne
La Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) ha propuesto aumentar significativamente la producción de psicodélicos como la psilocibina, el DMT y el LSD, así como de cannabinoides, para apoyar la investigación clínica y preclínica en 2024. Este cambio representa un paso adelante en el estudio de estas sustancias, muchas de las cuales han mostrado potencial para tratar trastornos mentales graves como el trastorno de estrés postraumático (TEPT), la ansiedad y la depresión resistente a los tratamientos tradicionales.
La DEA ha destacado la importancia de este aumento en la producción de estas sustancias debido al creciente interés en su aplicación terapéutica. Por ejemplo, la psilocibina, el compuesto activo en los hongos alucinógenos, ha sido estudiada por sus efectos positivos en personas con trastornos mentales. En 2024, la producción de psilocibina se elevará a 20,000 gramos, mientras que la de DMT aumentará a 11,000 gramos. Esto refleja un interés cada vez mayor por investigar los efectos de los psicodélicos bajo condiciones controladas en ensayos clínicos, donde las dosis y el contexto de uso se gestionan con cuidado.
¿Y qué pasa con el cannabis?
En cuanto al cannabis, la DEA ha mantenido estable su cuota de producción para 2024 en 6.7 millones de gramos, a pesar del incremento en la demanda de investigación. A diferencia de los psicodélicos, la investigación sobre el cannabis sigue enfrentando varios obstáculos debido a su clasificación en la Lista I, lo que indica que, a nivel federal, todavía se considera que tiene un alto potencial de abuso y no posee beneficios médicos reconocidos. Sin embargo, la DEA ha reconocido el potencial medicinal del cannabis y está evaluando su posible reclasificación.
El aumento en las cuotas de producción de psicodélicos y cannabinoides abre nuevas puertas para que la comunidad científica explore los beneficios médicos de estas sustancias. Investigaciones preliminares han mostrado resultados prometedores, especialmente en el tratamiento de trastornos psicológicos graves que no responden a los tratamientos convencionales. El aumento de la producción facilitará el acceso de los investigadores a estas sustancias, lo que podría acelerar el desarrollo de terapias innovadoras.
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