¡Qué hay de nuevo… Viejo!
Por Araceli Mendoza
Hay que festejar los primeros cien años de la llegada de la radio a México. Hoy sigue activan las ondas magnéticas, con contenido que informa, educa, divierte y transmite emociones.
Cuando surgió la televisión se pensó que la radio podría desaparecer o reemplazada, pero no fue así. Al contrario, hasta a los coches se les coloco un aparato de radio.
Hoy, con toda la tecnología y las redes sociales, también se pensó que sería totalmente desplazada, pero no sucedió. Hoy la radio sigue tan presente como nunca, y en este aniversario, atravesando por la pandemia, ha sido el recurso para muchos desvelados y los acompaña, como acompaña a los transportistas en las carreteras o a los automovilistas que transitan por las avenidas de la capital; a quienes trabajan por la noche o madrugada.
En los asilos y en la soledad provocada por la COVID-19, la radio sí es tu mejor compañía, independientemente de que para muchos los teléfonos inteligentes hoy se hacen presentes.
La correlación impresionante entre bajos ingresos, atrasos educativo, en estándares sociales y poca cobertura de la Internet, hacen a la radio un medio de comunicación por excelencia.
La Internet se ha dejado en manos de intereses comerciales y no hay dinero ni capacidad de consumo, además de que no hay cobertura en muchos lugares alejados de la capital de los estados.
Se ha hecho notorio, sobre todo en el atraso educativo en poblaciones que no han podido tener una computadora y, mucho menos, la Internet. No deberíamos permitir que la situación se prolongue y agrave las brechas sociales con grandes diferencias educativas, con lo que acabaríamos con un país más dividido, con mayor violencia y mucho potencial de estallidos sociales, como ya se ve en distintos lugares.
La radio podría ser un gran elemento de transmisión educativa, mejorando los contenidos y apoyando incluso para reducir la brecha digital (que separa cada vez más a quienes tienen de quienes no tienen; a quienes saben de quienes no saben; a quienes pueden producir y a quienes no), y sólo necesitan las habilidades digitales básicas: saber encender un smartphone (hasta el nombre en inglés), saber subir algo a la red y consultar Google. Parece cosa sencilla, pero muchas personas no pueden hacerlas, sobre todo los adultos mayores.
Hoy, más que nunca, es mucha la importancia que ha adquirido la tecnología en la sociedad y en los medios de comunicación. Un tema para estudiar, reflexionar y adaptar.
Pero hay que hacer más presente a la radio, sobre todo en la educación, en especial en aquellos lugares donde los alumnos se tienen que trasladar en condiciones terribles a la escuela, máxime cuando deben caminar mucho tiempo, en especial ante los desastres naturales que hoy el cambio climático exacerba y nos impide salir de casa, o la misma pandemia.
Hoy más que nunca son necesarios los contenidos en la radio dirigidos a la población. Ya lo decía Pitágoras hace algunos años “Hay que educar a los niños de hoy para no castigar a los adultos de mañana”.
Tabasco era una entidad totalmente aislada en los años 50. Durante el gobierno presidencial de Adolfo Ruiz Cortines pudo tener una carretera. En 1970, la telesecundaria logró un resultado exitoso y muy redituable, porque permitió llevar educación a comunidades muy apartadas.
Los campesinos poco a poco se hicieron de sus radios para estar informados de los acontecimientos del país, porque la televisión era muy costosa. Y la radio, con luz o sin ella, funciona con baterías.
Tabasco es un estado de difícil acceso por su hidrografía, de la cual nos percatamos por el desastre del año 2020 con las graves inundaciones naturales y provocadas por una orden presidencial. La innovación en la radio es fundamental para apoyar a las poblaciones muy alejadas.
La educación no sólo se circunscribe a temas clásicos del aula o de los libros de texto; también hay que educar a la población para vivir en sociedad, para entender que la alternancia y la tolerancia son elementos fundamentales en la vida democrática, no sólo del país y del Estado, sino del mundo en general.
Los medios públicos tienen una misión fundamental en una sociedad democrática. Entre otras cosas, son cruciales para resaltar la importancia de la libertad de expresión, de la libertad de prensa.
Desde luego, cada población debería tener su propia estación de radio para trasmitir usos y costumbres de las poblaciones más alejadas y, obviamente, con supervisión educativa y cultural.
Hacer radio de inclusión no es hacer radio para pobres; hacer radio de inclusión es hablar de representación de sectores sociales; de representación de clases, de segmentos sectarios, grandes o pequeños. No basta con La Hora Nacional. Los locutores dan servicio a la comunidad de cualquier lugar.
Hay que tomar el riesgo e innovar en los contenidos de la radio, para que puedan transformar las vidas de las personas de este país, pues el aprendizaje no debe quedarse en un salón de clases. Los contenidos deben estar disponibles para todos, además de ser puntuales e informativos.
Hay que considerar también que en las poblaciones más alejadas existen personas con alguna discapacidad, que no pueden ser excluidas de la educación.
La radio trasmite emociones y despierta la imaginación. Hace algunos años se trasmitían programas como “Chucho el roto”, el Robin Hood mexicano que robaba para ayudar a los pobres; cómo no recordar al famoso Kalimán y su compañero Solín, descendiente de faraones.
Otros programas: La Hora Íntima, de Agustin Lara; Cuentos y canciones de Cri-Cri; el Doctor I. Q., con preguntas y habilidad mental y su famoso “¡perfectamente bien contestado!”; El mundo de la mujer, con Janette Arceo; miles de mujeres barrían o planchaban, con los anuncios de Fab que decía “remoje, exprima y tienda”.
Cuántas peleas de box se escucharon en la radio, del “Ratón” Macías, de “Mantequilla” Nápoles… la vibración era como si estuvieran en “ring side”.
“La hora del granjero” fortaleció la música regional. Una locutora fue la inspiración de Bobby Pulido con la canción “Desvelado”, ya que él se la imaginaba de tal manera que compuso la canción, por cierto con gran éxito en la radio.
Las radionovelas tuvieron de verdad un gran impacto. Hay que regresar, pero con contenidos que superen los vacíos de las redes sociales, dónde se trasluce la enorme soledad de los jóvenes por no tener muchos seguidores, haber sido eliminado de alguna plataforma, y donde las chicas se ponen tantos filtros que hasta ellas se desconocen.
En este centenario de la radio, México tiene 2 mil 125 estaciones en todo el territorio, que gozan de la aceptación pública, como lo demuestran sus 50 millones de radioescuchas.
quehaydenuevoviejo760@yahoo.com.mx
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