El cannabis es una de las plantas más antiguas cultivadas por la humanidad, utilizada por sus propiedades medicinales, como la fibra, y por sus efectos psicoactivos. A pesar de la gran diversidad de esta planta, los productos derivados del cannabis suelen dividirse en dos categorías principales: índica y sativa. Estas etiquetas han estado profundamente arraigadas en la cultura del cannabis, tanto entre consumidores como en la industria, pero ¿realmente hay diferencias significativas entre estos dos tipos de cannabis?
Los términos «índica» y «sativa» se originaron en el siglo XVIII, cuando el biólogo francés Jean-Baptiste Lamarck propuso esta clasificación basada en las diferencias físicas de las plantas. Según Lamarck, las plantas índicas eran más bajas y tenían hojas más gruesas, mientras que las sativas eran más altas y tenían hojas finas y plumosas. Con el tiempo, esta clasificación evolucionó para asociar las índicas con efectos relajantes y las sativas con efectos estimulantes.
Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que estas diferencias percibidas no se corresponden con las diferencias químicas o genéticas entre las variedades de cannabis. De hecho, estudios como los realizados por el neurocientífico Nick Jikomes y su equipo en Leafly han demostrado que no existen diferencias consistentes en los niveles de tetrahidrocannabinol (THC) o cannabidiol (CBD) entre las variedades etiquetadas como índica o sativa.
El problema de la clasificación tradicional
El sistema de clasificación basado en índica y sativa ha sido criticado por su falta de precisión. Según Jikomes, el aspecto físico de una planta no es un indicador fiable de sus efectos psicoactivos o medicinales. En su lugar, lo que realmente determina cómo una planta de cannabis afectará al cuerpo y la mente son sus compuestos químicos, como los cannabinoides (THC, CBD) y los terpenos.
Los terpenos son moléculas responsables del aroma y sabor de la planta, pero también influyen en sus efectos. Por ejemplo, el mirceno, un terpeno con olor almizclado, se asocia con efectos relajantes, mientras que el limoneno, con un aroma cítrico, se vincula con la elevación del estado de ánimo y la reducción del estrés. Estos terpenos, junto con los cannabinoides, interactúan en un fenómeno conocido como el "efecto séquito", donde la combinación de compuestos potencia o modula los efectos del cannabis.
Hacia una nueva forma de clasificar el cannabis
Dado que las etiquetas de índica y sativa no reflejan con precisión las características químicas de las plantas, algunos expertos abogan por un sistema de clasificación basado en el perfil químico del cannabis. Este sistema incluiría una lista de los cannabinoides y terpenos presentes en cada variedad, similar a las etiquetas nutricionales en los alimentos. Este enfoque permitiría a los consumidores seleccionar productos basados en los efectos deseados, en lugar de confiar en etiquetas potencialmente engañosas.
Sin embargo, la realidad es que el sistema tradicional sigue siendo popular debido a su simplicidad y a su utilidad en el mercado. Como señala Jikomes, a pesar de la creciente evidencia científica, el etiquetado de índica y sativa es fácil de entender para los consumidores y proporciona una manera directa de comercializar los productos.
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