El rey Mohammed VI de Marruecos ha concedido un indulto a 4,831 agricultores que habían sido condenados, procesados o estaban buscados por el cultivo ilegal de cannabis. Este indulto, anunciado en vísperas de una fiesta nacional, es parte de una estrategia más amplia del gobierno para integrar a estos productores en el marco legal establecido en 2021, que regula el cultivo de cannabis con fines terapéuticos e industriales.
Marruecos es el mayor productor mundial de cannabis, y la legalización parcial busca no solo posicionar al país en el mercado global del cannabis legal, sino también ofrecer una solución económica a las regiones rurales del Rif, donde la planta ha sido cultivada durante siglos. En esta región, entre 80,000 y 120,000 familias dependen del cultivo de cannabis para su sustento.
La ley de 2021 permite el cultivo de cannabis en tres provincias rurales del Rif y regula su uso industrial y médico. Con esta medida, el gobierno marroquí busca combatir el tráfico de drogas y promover la sustitución gradual del cultivo ilegal por alternativas legales o cultivos diferentes.
El indulto es visto como un paso importante para facilitar la transición de los agricultores a la legalización, permitiéndoles participar sin miedo en la economía formal del cannabis. Además, es un reconocimiento de que, aunque su actividad era tolerada, estaba al margen de la ley, lo que generaba inseguridad y riesgos legales para los productores.
La Agencia Nacional de Reglamentación de las Actividades Relacionadas con la Cannabis (Anrac) ha sido clave en la implementación de esta estrategia, ya que ha otorgado más de 200 autorizaciones a empresas industriales para la transformación, importación de semillas y exportación de productos relacionados con el cannabis. Estas autorizaciones son parte del esfuerzo por regularizar y estructurar la industria, asegurando que el cultivo y la comercialización del cannabis se realicen dentro de un marco legal.
A medida que Marruecos avanza en esta nueva etapa de su política sobre el cannabis, el indulto a los agricultores representa un gesto de reconciliación y una invitación a participar en un mercado regulado que podría ofrecer mayores oportunidades económicas para las regiones históricamente dependientes del cultivo de cannabis. Sin embargo, la transición hacia un modelo totalmente legalizado no estará exenta de desafíos, especialmente en la eliminación progresiva del cultivo ilícito y en la implementación de cultivos alternativos que puedan ofrecer una rentabilidad comparable.
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