Redacción: Guicel Garrido
Los barrios bajos de Jamaica han considerado el reggae como una voz poderosa y esperanzadora ante la opresión del sistema. Su historia se ha visto repleta de representantes que han compuesto canciones bajo sus melodías, como un medio para denunciar la desigualdad y proponer la paz. Muchos de estos mensajes se transmitían en una época de inestabilidad económica y discriminación.
Pese a su independencia, la isla experimentó una fuerte crisis económica y política. Aún dependían de la economía extranjera y las clases adineradas fueron las únicas que lograron mantener una vida cómoda. El resto del pueblo experimentó las consecuencias de una estructura social que los hundió en carencias y desigualdad
Fueron estas problemáticas las que llevaron a muchos músicos que pertenecían a la fe rastafari a canalizar su frustración a través de sus composiciones, que se convirtieron en un medio de resistencia social. Esto causó gran furor en las autoridades, que no dudaron en prohibir dichas canciones y comenzaron una persecución sobre los líderes rastafaris.
Esta estrecha relación entre el reggae y el rastafarismo consiguió mantener la fuerza en un pueblo anhelaba esperanza. Convirtiéndose en el principal representante de la isla, siendo considerados incluso patrimonio de la UNESCO. Sin embargo, es necesario aprender a preservar y respetar esta parte tan fundamental para la historia de Jamaica, dejando de ver su cultura como un producto y empezar a tomarla como una herramienta fundamental en la lucha por su libertad.
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