Por José Manuel Rueda Smithers Los imaginarios son muy importantes para la mayoría de las personas porque les permiten soñar Jesús Martín Barbero Me uno a la lucha por el esclarecimiento de los homicidiosde periodistas en México. Amigo Enrique García: no frenaremos nuestra presión hasta lograrlo. QEPD. Hay analistas que se aventuran a decir que Andrés Manuel López es un genio de la comunicación, por la manera en que logra espacios en los medios y marca la agenda. En lo personal, y con alguna experiencia profesional y académica, puedo decir que están muy lejos de la verdad, pues sólo enfrentamos a un tirano que sabe muy bien que los medios están obligados a informar lo que dice. De ahí a ser un genio, hay un insalvable socavón de diferencia. Esta vez tomo como pretexto el que una figura referencial de toda Hispanoamérica para el estudio de la comunicación, el académico Jesús Martín-Barbero, falleció el pasado 12 de junio en Colombia, donde vivió gran parte de su vida. Él sí, un genio de la comunicación. “Hay que rendirle un homenaje haciendo énfasis en la importancia de saber comunicar”, coincidieron varios de los estudiosos con quienes tengo oportunidad de platicar y aprender de vez en vez. La Cultura Impar buscó algunas de las enseñanzas que aportaba día a día uno de los creadores de la escuela del pensamiento comunicacional en Latinoamérica, y quien elevó los niveles del ejercicio académico en la materia. Lo abordo para tratar de ver -aunque sea de manera superficial- lo que sucede en México, ante la estrategia (hoy poco efectiva) del Gobierno federal, de llevar una comunicación lineal, que no permita ni siquiera en su interior alguna variedad de mensajes ni mucho menos respuestas efectivas que generen opinión. Sólo busca influir, no retroalimentar. La repetición es su camino, y de ahí no se desvía. Tanto la opinión pública como la opinión política se pierden en el limbo. Comunicadores hay, no así líderes efectivos que hagan valer, ya no digamos ideologías, sino propuestas firmes que permitan el avance social. Jesús Martín-Barbero fue autor de textos obligadamente estudiados en las aulas de Comunicación y Periodismo y de teorías sobre la llamada posmodernidad en América Latina. En su obra más conocida, De los medios a las mediaciones: comunicación, cultura y hegemonía, publicada en 1987, cuestiona el papel de los medios en el mundo globalizado. El periódico argentino La Nación publicó hace unos días conceptos de una entrevista concedida en 2017 a la revista Semana, donde el pensador reflexionaba sobre los tiempos actuales de interconexión global: “Desde finales de los sesenta percibimos el tiempo, el espacio y las relaciones sociales de otra forma. Por ejemplo, Facebook ha posibilitado otro modo de existencia: ya no es el mundo de las naciones, es el mundo de los individuos y de los grupos, que son de muchos tipos y son montones: desde los investigadores que se intercambian ‘problemas’ hasta los adolescentes que se cuentan los sueños. Eso está produciendo nuevos modos de habitar la política y la cultura; unos modos que hoy no sabemos para dónde nos llevan”. Entonces ¿cómo explicar lo que pasa en México y en nuestras sociedades, respecto del uso que se da a los elementos de la comunicación? Encontré un extraordinario documento: Observatorios ciudadanos: Nuevas formas de participación de la sociedad. Dicen Alejandro Natal y Oniel Díaz, profesores-investigadores del Departamento de Procesos Sociales de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Lerma, que “los observatorios ciudadanos se inscriben en una tendencia mundial caracterizada por tres factores centrales: Un nuevo entendimiento del gobierno y de la forma en que éste se relaciona con la sociedad, la idea de gobernanza; Un creciente fortalecimiento de la sociedad civil y sus capacidades para ejercer su voz; y, El desarrollo de entornos favorables al surgimiento de este tipo de organizaciones. En conclusión, veo cómo el Gobierno federal minimiza la comunicación social, la confunde con el mero ejercicio informativo y se cierra puertas de influencia efectiva. Su necedad genera descontrol político y social. Ni siquiera creo que se den cuenta de ello. También los dueños de los medios en México equivocaron la estrategia con el Gobierno y mal pensaron que, con sólo decir “yo te manejo toda la información que quieras si me pagas”, todo caminaría sobre ruedas. La verdad es que se llevaron entre las patas a comunicadores, a líderes de opinión y enterraron cualquier capacidad de orientación al pensamiento social. Finalmente, vemos cómo las benditas redes ahora son meros desahogos de palabras e imágenes. Aportan ideas y opiniones dispersas. Reportean intrascendencias y no pasa nada. Es necesario, entonces, unificar el camino para permitir alternativas hacia un pensamiento limpio, cimentado y bien intencionado. ¿Habrá un líder para enfrentar este momento?
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