Redactor: Sam Torne
Al Harrington, ex jugador de la NBA y actual empresario en la industria del cannabis, se ha convertido en un firme defensor de la justicia social y la inclusión en este mercado emergente. En sus declaraciones recientes, Harrington criticó duramente las políticas de criminalización del cannabis instauradas por el expresidente estadounidense Richard Nixon, las cuales, asegura, no estaban fundamentadas en preocupaciones de seguridad pública, sino en intereses económicos y empresariales.
Durante los años 70, la administración de Nixon lanzó una agresiva campaña de criminalización de las drogas, en particular del cannabis. Harrington, quien ha estudiado los efectos de la guerra contra las drogas en las comunidades de color, explica que estas políticas no solo fueron ignorantes en términos de los verdaderos peligros de la marihuana, sino que además sirvieron para controlar a sectores de la sociedad. De hecho, documentos revelados en años recientes muestran que Nixon no consideraba que la marihuana fuera una amenaza significativa, lo que refuerza la idea de que su criminalización tuvo motivaciones políticas y económicas.
Harrington argumenta que sectores como la industria del papel y la madera, que veían al cáñamo como una amenaza para sus negocios, influyeron en la inclusión del cannabis en la Lista I de sustancias controladas, junto a drogas tan peligrosas como la heroína y la cocaína. Esta clasificación, dice, «nunca tuvo sentido» y solo sirvió para asegurar que el cáñamo, una planta versátil y con múltiples aplicaciones industriales, no compitiera con estas poderosas industrias.
La inclusión de las comunidades afectadas
Uno de los pilares del activismo de Al Harrington es la inclusión de las comunidades marginadas, especialmente aquellas afectadas por la guerra contra las drogas. Harrington señala que muchas personas que fueron encarceladas por delitos relacionados con el cannabis ahora luchan por obtener un lugar en una industria que genera miles de millones de dólares al año. Para Harrington, es imperativo que estas personas tengan la oportunidad de crear riqueza generacional y no sean excluidas del sector.
«Esta industria fue iniciada, en gran parte, por personas de color que fueron castigadas por ello», señala. Ahora que el cannabis está en proceso de legalización en muchas partes de los Estados Unidos, Harrington advierte que se deben tomar medidas para garantizar que esas mismas comunidades no sean marginadas nuevamente.
La amenaza de las grandes corporaciones
Con la legalización federal del cannabis a la vista, Harrington también advierte sobre la creciente influencia de grandes empresas, especialmente las farmacéuticas, que podrían apoderarse del mercado una vez que el cannabis sea legal en todo el país. Estas corporaciones, que tienen el poder y los recursos para dominar la industria, podrían desplazar a los pequeños productores y cambiar el enfoque del cannabis como una planta natural a un producto de laboratorio.
Harrington se mantiene firme en su defensa de un cannabis auténtico y natural. «Queremos luchar para que siga siendo lo más orgánico posible», declara, argumentando que la planta debe ser cultivada en su entorno natural para preservar sus propiedades medicinales y culturales.
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