Cuándo rezar era resistir: el rastafarismo como respuesta a la opresión británica en Jamaica
- RootsLand
- 14 abr
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Redactor: Sam Torne

Jamaica era todavía una colonia británica profundamente marcada por la desigualdad estructural heredada de la esclavitud en la decada de los 30s. Aunque la abolición legal se había producido casi un siglo antes, la jerarquía racial y económica seguía intacta. La élite blanca y mulata controlaba los medios de producción, el comercio, la educación y la política, mientras que la mayoría negra —descendiente directa de esclavizados africanos— vivía en condiciones de pobreza, desempleo crónico y exclusión sistemática del poder.
La educación pública promovía una visión eurocéntrica que minimizaba las raíces africanas, y el cristianismo institucional, fuertemente vinculado al gobierno colonial, reforzaba una imagen de subordinación espiritual. En este contexto, muchos jamaicanos comenzaron a buscar formas alternativas de entender su identidad y su historia, impulsados por el deseo de dignidad, justicia y conexión con África.
Marcus Garvey y la semilla ideológica
Un personaje clave en este despertar fue Marcus Garvey, líder del movimiento panafricanista y fundador de la Asociación Universal para el Progreso Negro. Aunque en 1935 ya estaba exiliado y desacreditado por las autoridades coloniales, su mensaje resonaba en las calles de Kingston y los campos del interior: «Un día, un rey negro será coronado en África, y ese será el día de la redención». Esta frase se interpretaría como profética tras la coronación de Haile Selassie I como emperador de Etiopía en 1930.
Para muchos jamaicanos, la figura de Selassie representó no solo un símbolo de resistencia al imperialismo europeo, sino también un mesías africano, una figura divina que validaba su herencia cultural y espiritual.
El nacimiento del rastafarismo
En este contexto social y político nació el movimiento rastafari. Pioneros como Leonard Howell, Joseph Hibbert y Archibald Dunkley comenzaron a predicar una nueva espiritualidad centrada en la divinidad de Haile Selassie, la valorización de África como tierra madre y el rechazo del sistema colonial, al que llamaban «Babilonia».
El rastafarismo surgió como un acto de resistencia espiritual y cultural. Sus primeros seguidores fueron perseguidos, marginados e incluso encarcelados por desafiar las normas religiosas, políticas y estéticas dominantes. Sin embargo, lejos de desaparecer, el movimiento creció como expresión de libertad, orgullo negro y rebelión.