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Conquista pagana


¡Qué hay de nuevo… Viejo!


Por Araceli Mendoza


¿Sabías que un eclesiástico e historiador español se desplazo a América e inició el estudio de la lengua de los indígenas? De muy buena presencia, se llamaba Fray Bernardino de Sahagún. Se decía que “lo escondían los religiosos ancianos a la vista de las mujeres”… Ya se imaginan la mentalidad de aquellos hombres. Nacido leonés en España, el Sahagún lo adoptó como su apellido en su orden, para agregarlo a su nombre Bernardino Ribeira. Marcha hacia tierras aztecas en 1529, con la encomienda de catequizar a los indígenas o, más bien, arrasar con todo lo que tenían los pobladores originarios.


Muy motivado o muy inteligente, aprendió el idioma náhuatl, lo cual le abrió la puerta para relacionarse con los indígenas y para conocer los usos y creencias. Con la información obtenida, sabía cómo transformar la cultura de los aztecas.


Por supuesto, siempre se dirá que la finalidad era estrictamente catequística o la evangelización de los pueblos indígenas. “Psalmodia Cristiana y Sermonario de los Sanctos del año (1583)”. Sí, el sermonario, que por muchos años estuvo en el púlpito de los sacerdotes, quienes dirigían palabras a los feligreses no siempre positivas, sino más bien tendenciosas y castigadoras por parte de la Iglesia.


Mientras, la gran Tenochtitlan era agraviada y violentada por Hernán Cortés, hace 500 años, en una noche triste, el franciscano de origen español ganaba terreno sin armas, con la información proporcionada por los indígenas.


La investigación que hace le aporta datos para su obra “Historia General de las cosas de la Nueva España”, que en 12 tomos habla de costumbres, mitos y leyendas aztecas.


Es de destacar el método de investigación empleado, ya que de hecho los etnólogos aún lo aplican. Diría que se fue metiendo como la humedad, para arrancar desde los más profundos sentimientos y sensibilidad de los indígenas todo lo que necesitaba para este compendio de información.


Fray Bernardino de Sahagún realizó un cuestionario previo, seleccionó a los informadores y recurrió a intérpretes nativos, que escribían al dictado náhuatl. El trato, la buena forma de ser de Sahagún, fue su carta de presentación, además de su buena presencia. Hablaba con los ancianos, sabios y sacerdotes los detalles que le interesaban. Todo se traducía al castellano.


Lo recopilado se convirtió en varios manuscritos en ambos idiomas. Los de lengua náhuatl, de gran valor, ya que en la versión castellana omitía o abreviaba.


Sin embargo, la Iglesia confiscó la obra al considerar que se oponía a la labor evangelizadora o misionera. La Iglesia, siempre la Iglesia.


Hago notar cómo, de verdad, encima de las pirámides impusieron la conquista española, como en Cholula o el Centro Histórico de la Ciudad de México. Todas las iglesias son hermosas, pero es la firma de hace 500 años, de una conquista que hasta el día de hoy tiene confundidos a muchos, porque México, a pesar de su independencia, sigue con usos y costumbres.


Vivimos en un México de paganismo, combinado con muchas creencias y sin una realidad. Hernán Cortés con armas y los franciscanos con su astucia, engañaron a los indígenas porque ellos eran auténticos.


La Orden Franciscana consideró impropios lo recopilado por Fray Bernardino de Sahagún, porque no querían que los indígenas recordaran su idolatría. Por lo tanto, se le prohibió continuar sus investigaciones. La consigna era desaparecer todo lo relacionado a las culturas azteca, tlaxcalteca, xochimilca, olmeca, entre otras.


Los manuscritos nunca regresaron a sus manos. Fueron reencontrados, editados y traducidos repetidamente desde 1829, aunque de forma deficiente. Un fragmento apareció en la Biblioteca Laurentina de Florencia (Códice florentino) y otros en un convento franciscano de Tolosa.


Años después tuvimos a María Sabina, con sus costumbres, sus ritos, y así como ella, en México existen los curanderos, la herbolaria, las parteras empíricas, la gastronomía como el pulque, los chapulines, los gusanos de maguey, etc.


Los tomos X y XI contienen un diccionario y el XII expone la Conquista de Tenochtitlan en su versión indígena. Pero en todos estos libros está la conquista de la Iglesia y su púlpito, y algunas excavaciones arqueológicas confirman la obra de Sahagún.


Otros textos no tuvieron tanta suerte. Las pláticas o coloquios aparecieron en la Biblioteca Vaticana, publicada en 1924. De la “Psalmodia Cristiana de Salmos”, traducidos e interpretados en náhuatl, solo hay tres ejemplares, los cuales son un tesoro del pueblo indígena.


quehaydenuevoviejo760@yahoo.com.mx

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