Redacción: Guicel Garrido
El cannabis y el reggae siempre han tenido una estrecha relación dentro de la cultura jamaicana, especialmente para la clase baja de la isla, pues son ellos los que mantienen forjada su existencia e importancia, incluso en la actualidad. Son estas personas las que han vivido en carne propia una investigación informal sobre los beneficios del cannabis, y es también esta, la razón por la que han sido maltratados y encarcelados.
Esta situación de violencia y discriminación se ha convertido en una dintincion de privilegios; entre los que no pueden practicar actividades recreativas con cannabis por ser reprimidos (por ejemplo, los rastafari, cuyo uso del cannabis los ha puesto en la mira de la ley desde hace décadas) contra aquellas personas que no han sufrido consecuencia alguna por parte del estado y han gozado el privilegio de portar y comercializar con la planta.
Pese a ello, hay un elemento clave dentro de la lucha de clases en jamaica, uno que la clase privilegiada jamás podrá poseer: la musica, pues el reggae y sus subgéneros han alcanzado un éxito mundial impresionante, sin el apoyo estatal o inversión privada de la aristocracia.
La relación de la música jamaicana con el cannabis, es que esta defiende la idea de la planeta como propiedad intelectual, el don de la creación, es algo que pertenece al pueblo, y que participa en la lucha constante por la igualdad y la justicia. Desde siempre, Jamaica ha mantenido el cannabis como su marca personal, no solo por medio de su música y composiciones, sino también a través de sus representantes. Este conjunto da fuerza a quienes aún mantienen la esperanza dentro del pueblo jamaicano, de vivir en una sociedad más justa, en la que puedan gozar de practicar su fé e ideologías sin ser perseguidos.
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